Dubai... oros a lo gipsy kins, gente paseando leopardos, ferraris de oro, edificios de lujo, máquinas expendedoras de lingotes de oro, policía en lamborgini... oro y más oro...
Esa era mi imagen de Dubai, y supongo que la de muchos, pues es la que nos han querido vender.
Desgraciadamente no es así, o al menos yo no lo vi.
No vi a nadie paseando a su guepardo por la calle, ni a la policía en cochazos caros.
Dubai son obras, grúas, obreros y construcciones que no se detienen en ningún momento del día.
Dubai son autopistas con 6 carriles en cada sentido, personas que limpian hasta los azulejos de la calle y jardines muy bien cuidados que destacan entre los charcos de barro ocasionados por la ausencia de alcantarillado de evacue el agua de la lluvia, porque si señores, en Dubai también llueve.
Dubai cuenta con un sistema de metro exterior, paralelo a la carretera, pero elevado para que no interfiera en la actividad de la ciudad creando pausas. Un gran diseño que deberíamos imitar las otras ciudades. Un metro en el que viajan personas sin moda, que se han puesto la primera prenda básica limpia que han encontrado en casa y han salido a trabajar... estilismos que contrastan con lo que se puede encontrar en D3. También contrastan con todas las tiendas y firmas que alberga el Dubai Mall.
Dubai es diseño, oro y perfumes, incienso y especias. Es ostentación, playas, calor, y un montón de luces por la noche. Es poder, el poder de crear algo de la nada, el poder de crear los edificios más altos, los espacios más grandes y más lujosos. El poder de inventarse un centro histórico del que carecen o el quitarle terreno al mar y crear un espacio para todos esos turistas que no se rigen por las leyes del Corán y maltratan su cuerpo con el alcohol.
No obstante a mi no me llegó a cautivar. Quizás porque las vista de la habitación de mi hotel daban a un descampado, quizás porque me llovió durante mi estancia. Tal vez porque no vi a la policía en coches lujosos, lo más parecido fue un lamborghini turquesa...
Lo mismo fue la compañía, o que mi economía no estaba a la altura...
Aun así volveré a Dubai, cuando pasen años y las calles dejen de estar cortadas por obras y las vallas publicitarias que las ocultan no sean parte del paisaje.
Esa era mi imagen de Dubai, y supongo que la de muchos, pues es la que nos han querido vender.
Desgraciadamente no es así, o al menos yo no lo vi.
No vi a nadie paseando a su guepardo por la calle, ni a la policía en cochazos caros.
Dubai son obras, grúas, obreros y construcciones que no se detienen en ningún momento del día.
Dubai son autopistas con 6 carriles en cada sentido, personas que limpian hasta los azulejos de la calle y jardines muy bien cuidados que destacan entre los charcos de barro ocasionados por la ausencia de alcantarillado de evacue el agua de la lluvia, porque si señores, en Dubai también llueve.
Dubai cuenta con un sistema de metro exterior, paralelo a la carretera, pero elevado para que no interfiera en la actividad de la ciudad creando pausas. Un gran diseño que deberíamos imitar las otras ciudades. Un metro en el que viajan personas sin moda, que se han puesto la primera prenda básica limpia que han encontrado en casa y han salido a trabajar... estilismos que contrastan con lo que se puede encontrar en D3. También contrastan con todas las tiendas y firmas que alberga el Dubai Mall.
Dubai es diseño, oro y perfumes, incienso y especias. Es ostentación, playas, calor, y un montón de luces por la noche. Es poder, el poder de crear algo de la nada, el poder de crear los edificios más altos, los espacios más grandes y más lujosos. El poder de inventarse un centro histórico del que carecen o el quitarle terreno al mar y crear un espacio para todos esos turistas que no se rigen por las leyes del Corán y maltratan su cuerpo con el alcohol.
No obstante a mi no me llegó a cautivar. Quizás porque las vista de la habitación de mi hotel daban a un descampado, quizás porque me llovió durante mi estancia. Tal vez porque no vi a la policía en coches lujosos, lo más parecido fue un lamborghini turquesa...
Lo mismo fue la compañía, o que mi economía no estaba a la altura...
Aun así volveré a Dubai, cuando pasen años y las calles dejen de estar cortadas por obras y las vallas publicitarias que las ocultan no sean parte del paisaje.
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