Aun huelen a ti. Si las almohadas aun conservan tu aroma, se quedó impregnado el otro día y no conseguí deshacerme de él. Es absurdo. Es absurdo que quiera conservarlo. Me aferro a la idea de que mientras este tu aroma en ellos no pasaré ninguna noche sola. Que absurdo, ya llevo varias. Si, ya llevo varias noches sola, pero contigo, con tu aroma. Si, llevo varias noches sola pero tu estás aquí, no, no es tu recuerdo, eres tu que de algún modo te quedaste ocupando un espacio en esta cama y por ello me da miedo que lo invada otra persona. Es absurdo; pero es así. Complicado, como lo eres tu, como lo soy yo. Como lo es todo lo que nos rodea a ambos. Porque si, nos gusta complicarnos. Complicarnos por ir a lo fácil, por no arriesgar. Porque es más sencillo preservar tu aroma en mi almohada que decirte quédate. Porque es más sencillo huir sin hablar que tomarte de la mano y decirte que quiero más noches a tu lado. Es absurdo, pero nos va lo complicado. Un dicho popular afirma