Recuerdo uno de los primeros comentarios al empezar a organizar el viaje a Marrakech: "¿no puede ser a otro lado? Allí huele todo a mierda de camello"
Es más, hay gente que cuando volvió del viaje afirmaba que su ropa, y las compras que habían realizado olían a mierda de camello...
Debimos compras en sitios muy diferentes, pues mi maleta olía a té a la menta.
Es más, hay gente que cuando volvió del viaje afirmaba que su ropa, y las compras que habían realizado olían a mierda de camello...
Debimos compras en sitios muy diferentes, pues mi maleta olía a té a la menta.
No obstante lo que me hace acordarme cada día de Marrakech, son los ambientadores que compre y tengo en el vestidor. Cada vez que entro siento que me transporta a sus ajetreadas calles.
Esas calles que parecen pertenecer a otro tiempo más artesanal y sin prisas.
Esas calles que por la mañana huelen a pan recién hecho y dulces, y por la noche a deliciosas comidas.
Esas calles del zoco tan angostas y abarrotadas, en las que te pierdes si no andas atento.
Aunque para que mentir perderse es bueno, es más, no se puede ir a Marrakech y no perderse.
Esas calles que parecen pertenecer a otro tiempo más artesanal y sin prisas.
Esas calles que por la mañana huelen a pan recién hecho y dulces, y por la noche a deliciosas comidas.
Esas calles del zoco tan angostas y abarrotadas, en las que te pierdes si no andas atento.
Aunque para que mentir perderse es bueno, es más, no se puede ir a Marrakech y no perderse.
Yo lo que perdí fue la noción del tiempo al entrar en uno de sus puestos.
Seducida por comprar un pintalabios marroquí me detuve ante el primer lugar donde lo vi. Supuse que sería una compra rápida, sin regateos ni complicaciones... (Ilusa).
A mis ganas de comprar el famoso pintalabios, se añadieron las de comprar un kohl negro (¿Cómo iba a venirme yo de marrakech sin un kohl negro?)
Y debe ser que ya se me notaron las ganas de adquirir todo lo que estuviera a mi alcance porque el tendero empezó a enseñarme más y más cosas. Me invitó a sentarme dentro y pude descubrir que era un herbolario.
Seducida por comprar un pintalabios marroquí me detuve ante el primer lugar donde lo vi. Supuse que sería una compra rápida, sin regateos ni complicaciones... (Ilusa).
A mis ganas de comprar el famoso pintalabios, se añadieron las de comprar un kohl negro (¿Cómo iba a venirme yo de marrakech sin un kohl negro?)
Y debe ser que ya se me notaron las ganas de adquirir todo lo que estuviera a mi alcance porque el tendero empezó a enseñarme más y más cosas. Me invitó a sentarme dentro y pude descubrir que era un herbolario.
Me dio a oler el té a la menta, obviamente ese aroma penetrante me hizo picar y comprar.
Me comentó si quería remedio para los ronquidos. Ante mi asombro le pregunté que era, y me dio a oler el contenido de un gran tarro de cristal. Ésto despejó mi nariz, desde luego el vendedor sabía lo que hacía. Me gusto el remedio para los ronquidos (cristales de eucalipto), así que también lo añadí a la cesta de la compra, y el hombre muy amable me explico como utilizarlo.
Con las fosas nasales completamente despejadas, empecé a descubrir los olores de otros tés, infusiones y las diferentes especias que había en los diversos tarros de cristal. Salvo el picante, todo abría el apetito. Tengo la suerte de no ser muy cocinillas y puede evitar la tentación.
Pero lo que no puede evitar comprar, (como ya sabréis por el comienzo de la entrada) fueron las pastillas de ambientador. Me traje las dos que me mostró, una más dulce y otra con una fragancia más intensa (almizcle), desconozco si habrá más variedades. Por lo visto aunque hay muchas imitaciones estas son originales (yo en este caso, no tengo más remedio que creérmelo pues no entiendo y me parecían todas muy similares) y están elaborados con componente animal, uno con un pescado, y el almizcle con ciervo o algo así (sí, así dicho da algo de asquito más que atraer). La verdad que no me arrepiento de ninguna compra, y de tener más tiempo me habría detenido en otros puestos a descubrir nuevos aromas.
En Marrakech, hay mucho que ver, muchas atracciones que cautivan por su belleza como el Palacio Bahia, por sus colores como los Jardines Majorelle, pero sin duda nadie se puede perder la sensación de pasar unas horas descubriendo sus aromas en un herbolario.
Pero lo que no puede evitar comprar, (como ya sabréis por el comienzo de la entrada) fueron las pastillas de ambientador. Me traje las dos que me mostró, una más dulce y otra con una fragancia más intensa (almizcle), desconozco si habrá más variedades. Por lo visto aunque hay muchas imitaciones estas son originales (yo en este caso, no tengo más remedio que creérmelo pues no entiendo y me parecían todas muy similares) y están elaborados con componente animal, uno con un pescado, y el almizcle con ciervo o algo así (sí, así dicho da algo de asquito más que atraer). La verdad que no me arrepiento de ninguna compra, y de tener más tiempo me habría detenido en otros puestos a descubrir nuevos aromas.
En Marrakech, hay mucho que ver, muchas atracciones que cautivan por su belleza como el Palacio Bahia, por sus colores como los Jardines Majorelle, pero sin duda nadie se puede perder la sensación de pasar unas horas descubriendo sus aromas en un herbolario.
Habrá que ir de viaje a esas tierras! Jajja
ResponderEliminar